La propuesta surge de este movimiento, y pretende encontrar puntos fundamentales en los que basar una nueva estructura general y percepción distinta del paisaje, cambiante con el tiempo.
En primer lugar se analizan los valores y preexistencias para anclar los recorridos iniciales en ellos, así como diversas maneras de recorrer el amplio valle.
Tras ello se localizan los elementos más significativos de la minería, a los que se denominan personajes principales y que conforman el paisaje actual, desde una óptica positiva, al ser elementos salidos del territorio y parte, por tanto, del mismo.
Se incluyen los diversos caminos existentes, con sus texturas variadas:
Y se realiza el primer cosido territorial, fruto de los caminos existentes y de los paisajes reconocibles.
Se van localizando puntos posibles en la evolución del proyecto, y del paisaje cambiante de la gran mina a cielo abierto, buscando siempre, nuevos elementos configuradores, con valor de reconocimiento.
Tras una segunda base de evolución de ese cosido territorial, de esa nueva estructura general, se entiende que no sólo se puede fundamentar el proceso en la localización de nuevas áreas de valor vinculadas a la mina a cielo abierto, ya que el futuro a largo plazo de ésta es la desaparición, por ello se localizan elementos con futuro posible, a los que se denomina como personajes latentes, que son el agua, fruto de la minería, la vegetación, que podrá vincularse a ese agua y poblar el valle, y la tierra, como nueva textura referencial.
El resultado de este proceso de estructuración territorial:
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Todo este trabajo creativo lo realicé junto a Carlos González, bajo la tutela de Ángela Souto y Marta Nieto.